¿QUÉ SUCEDIÓ CON LA PROSPERIDAD MATERIAL EN EL NUEVO TESTAMENTO? PARTE 1

¿QUÉ SUCEDIÓ CON LA PROSPERIDAD MATERIAL EN EL NUEVO TESTAMENTO?

PARTE 1
Por Jordan Wilson

Traducido por Valeria Ramírez S.

Valeria.s.ramirez.s@gmail.com

Fuente: What Happened To Material Prosperity In The New Testament? (Part 1)

Un reciente tweet de Desiring God afirmaba que ni una sola de las 112 referencias a ser bendecido en el Nuevo Testamento "está relacionada con la prosperidad material":

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(El Nuevo Testamento tiene 112 referencias de ser #bendecido - y ninguna de ellas está conectada a la prosperidad material.)

Este tweet, cuyas implicaciones potenciales, en conjunto con el contenido que lo acompañan, traen a colación un tema que debemos abordar de manera integral: la conexión entre la bendición y la prosperidad material. Este es un tema que los promotores del evangelio de la prosperidad y del evangelio de la pobreza a menudo no entienden.

Para el propósito de este artículo, examinaremos la conexión entre la bendición y la prosperidad material en el Nuevo Testamento. Independientemente de que la buena gente de Desiring God esté de acuerdo con lo que voy a escribir, primero vamos a sacar algunas de las conclusiones que algunos pueden inferir del tweet:

●     La enseñanza del Antiguo Testamento respecto a la conexión entre la bendición y la prosperidad material ya no es válida.

●     Las bendiciones del Antiguo Testamento eran materiales mientras que las del Nuevo Testamento son inmateriales.

●     En el Nuevo Testamento, la conexión que existía entre la bendición y la prosperidad material ha cambiado. Ahora, en el Nuevo Pacto, la bendición no está conectada con la prosperidad material, o la conexión está severamente minimizada y es relativamente poco importante.

●     No debemos buscar la prosperidad material en el Nuevo Pacto ni considerarla una bendición a desear.

Pero, ¿es realmente cierto todo esto? ¿No contiene el Nuevo Testamento ninguna validación continua en cuanto a la conexión entre la bendición y la prosperidad material? Si es así, ¿Abandona esto la enseñanza del Antiguo Testamento? Si no es así, ¿qué hacemos con toda esa enseñanza del Antiguo Testamento? ¿La enseñanza del Nuevo Testamento realmente anula la conexión entre la bendición y la prosperidad material para todos los tiempos? O aún más, ¿deberían los cristianos ver la prosperidad material como una maldición que hay que evitar, ya que nos ata a las cosas de este mundo y nos distrae de nuestro destino celestial?

Estas son las preguntas que exploraremos.

En la primera parte de este ensayo, discutiremos de partida algunos puntos hermenéuticos, señalaremos los presupuestos pactales y escatológicos que influyen en las diversas perspectivas y estudiaremos la conexión entre la bendición y la prosperidad material en el Edén. Incluso incluiremos casos en el Nuevo Testamento en los que se reafirma la conexión entre la bendición y la prosperidad material.

En la segunda parte, profundizaremos en el Nuevo Testamento y compararemos las exhortaciones sobre la riqueza y las promesas de Dios en el Antiguo Testamento. Profundizaremos en el particular escenario histórico redentor en el que se dieron muchas de las enseñanzas del Nuevo Testamento sobre la riqueza y sugeriremos un criterio de corrección para la forma en que muchos interpretan las exhortaciones del Nuevo Testamento sobre la riqueza.

En primer lugar, quiero hablar de algo que a veces se nos escapa. Con todo lo que está mal en el mundo, a veces no contamos nuestras bendiciones, materiales y de otro tipo, que están a nuestro alrededor ahora mismo. No tenemos en cuenta la conexión directa entre el avance del Evangelio en el Nuevo Testamento, la propagación de los valores cristianos en la sociedad, y la bendición que fluye a esas sociedades como resultado.

Sin duda, este tweet específico al que se hace referencia fue escrito por alguna pobre alma vestida con telas finas y sentada en una cómoda silla, con un empleo remunerado en una oficina bien iluminada y con aire acondicionado. ¿O el tweet fue escrito en un dispositivo móvil en la parte trasera de un Uber alimentado por combustible extraído del fondo del mar mientras los satélites que orbitan la tierra proporcionan la navegación? ¿El twitero ha pasado hambre este mes? ¿O los predecibles patrones climáticos, la tecnología agrícola y las avanzadas prácticas logísticas han garantizado que no escaseen los alimentos asequibles? ¿Cómo se contaron y localizaron las 112 referencias? Aparentemente, el twitero recibió educación y sabe leer y escribir. ¿La persona que las contabiliza ha buscado en los antiguos manuscritos originales a los que ha podido acceder viajando desde lejos? ¿Sólo estaban disponibles en latín? ¿O la persona consultó su software Logos versión 8, recientemente actualizado? ¿Quién puede saberlo?

A veces no vemos la conexión entre la bendición y la prosperidad material porque hemos aceptado la visión secularista posmoderna de la historia que quiere promover la concepción mítica de la religión cristiana como un obstáculo para el florecimiento humano en lugar de un progenitor del mismo. Otras veces es porque simplemente somos ignorantes.

Para ello, un intelectual, filósofo y activista cristiano de la India llamado Vishal Mangalwadi, que también es biógrafo de William Carey, quien ha escrito un libro titulado The Book That Made Your World (El Libro Que Dio Forma Al Mundo).  Creo que este libro debería ser de lectura obligatoria para todos los cristianos (especialmente para los estudiantes universitarios y los pastores), ya que expone los aspectos positivos del mundo en el que vivimos hoy y cómo la propagación de los valores cristianos a través de la difusión de la verdad bíblica le dieron forma al mundo.

Para reconocer esta verdad bíblica, y no pasarla por alto o descuidarla como hacen muchos, tenemos que saber entender lo que nos dice la Biblia.

Primero es lo primero: Hermeneutica

La hermenéutica es una palabra elegante que los teólogos utilizan para referirse a cómo interpretar y entender la Biblia. Aquí hay tres factores básicos pero cruciales que están involucrados en ella. Empeñarse en la interpretación bíblica sin conocer los siguientes tres factores clave es como conducir con los ojos vendados. Si no tienes cuidado, vas a caer en una zanja hermenéutica y llevarás a otros allí contigo.

Factor 1: El conocimiento de la trayectoria bíblica completa. La historia de la Biblia no es sólo la caída y la redención. El patrón es la creación, la caída, la redención y la nueva creación. La redención y la nueva creación se entremezclan en algunos puntos.

Factor 2: Debemos tener en cuenta la realidad histórica de Israel como nación del pacto y el período de tiempo específico de la historia redentora en el que está escrito el texto.

Factor 3: Debemos recordar la audiencia directa a la que se dirige cualquier pasaje y tener en cuenta cómo habrían de entender lo que se escribe para sopesar adecuadamente la aplicación para hoy.

Algunos puntos básicos para empezar

A lo largo de toda la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, se prohíben la avaricia, la codicia, la administración irresponsable y el ignorar a los pobres y huérfanos. No debemos ser materialistas ni adorar los presentes de Dios en lugar del benefactor. Esto es cierto tanto si hablamos del Antiguo como del Nuevo Pacto.

No debemos cometer el error de aplicar burdamente las promesas del pacto dadas a naciones enteras y aplicarlas individualmente a cada persona. Este es el punto en el que caen muchos predicadores modernos de la prosperidad.

Debemos negar categóricamente la herejía idólatra del evangelio de la prosperidad que enseña que la razón por la que el pecador debe venir a Cristo es para que pueda ser rico y obtener grandes logros. Esta doctrina demoníaca le quita credibilidad a la iglesia y presenta al dinero como un ídolo y un falso dios. Su fin es la ruina.

Finalmente, debemos reconocer que la bendición suprema sobre la humanidad, la bendición que hace posible todas las demás bendiciones, viene en la forma de la persona y la obra de Jesucristo, que es la culminación de todas las bendiciones prometidas a Abraham y a los que están en Abraham por la fe.

Dicho esto, ¿qué debemos hacer con lo que la Biblia tiene que decir sobre la riqueza y la bendición material? Aunque a veces se subestima, la Biblia tiene mucho que decir al respecto, ya sea que hablemos de la ley y los profetas, los Salmos y los Proverbios (¡que son muchos pasajes!), las parábolas de Cristo, las Epístolas e incluso el libro del Apocalipsis.

Comenzando en el Edén

Para abordar el panorama bíblico completo sobre la riqueza y para entender cómo debemos pensar en la riqueza aquí y ahora en este punto específico de la historia redentora, no debemos empezar en el Nuevo Testamento de la Jerusalén del siglo I, ni en el Israel de Moisés. Tenemos que empezar en el Edén.

Esto nos lleva al primer punto que debemos considerar:

El diseño inicial de Dios en la creación sí incluía una conexión entre la bendición y la prosperidad material para toda la humanidad. Esta conexión no era un defecto. No se introdujo como resultado de la caída, sino que era anterior a la misma. Por lo tanto, no hay nada en esta dinámica que tuviera que ser rectificada por Cristo o su nuevo pacto.

Desde el principio, en Génesis 1-2, Dios establece su propósito para Adán y Eva. El mandato era que salieran y se multiplicaran y llenaran toda la tierra y la sometieran. Debían florecer y prosperar a lo largo de muchas generaciones, ya que toda la humanidad debía buscar la prosperidad material, la abundancia y el dominio.

Todo esto debía hacerse con alegría, sin codicia, malicia o envidia, para glorificar al Señor. Adán y Eva eran el pueblo de Dios, estaban bajo su gobierno y tenían una tarea por delante. No había tensión entre la búsqueda de la abundancia material y la prosperidad y el dar gloria a Dios.  Esta búsqueda resultaba en bendición para el hombre y honraba a Dios.

En la tierra del Edén, Dios puso oro, bedelio y piedras preciosas para su disfrute (Génesis. 2:12). Les dio jardines para trabajar y cultivar, frutos para cosechar y animales para nombrar y domesticar. Había tierras fuera del jardín que debían ser trabajadas y sometidas a medida que el jardín se extendiera. Luego, tristemente, en Génesis 3 leemos que, con el pecado de Adán, la entrada de la maldición y la muerte se impuso al mundo. Esta búsqueda divina del dominio, el florecimiento y la prosperidad material se vio obstaculizada en gran medida.

La tarea y el propósito original del hombre se convirtieron en un ejercicio de trabajo, sufrimiento y frustración. Como vemos entonces, Caín, Lamec y el resto de la multitud antecesora al diluvio entran en escena (Génesis 4). En lugar de trabajar en armonía, la humanidad se volvió codiciosa y comenzó a disputarse los recursos mientras intentaba construir sus propios reinos de forma autónoma al gobierno de Dios. El hombre incluso comenzó a utilizar la violencia para esclavizar y empobrecer a su prójimo con el fin de utilizarlo como si fuera ganado, como herramienta para su propio enriquecimiento egoísta.

La búsqueda de la abundancia material y la prosperidad, que se suponía que debía realizarse en la fe, el amor y la esperanza hacia el Señor, se perseguía ahora mediante la violencia, la opresión, el acaparamiento y la codicia. El cuidado del prójimo y el objetivo de asegurar el florecimiento de toda la humanidad se dejaron de lado y se cambiaron por una batalla por la supervivencia del más fuerte. La búsqueda de la riqueza, la abundancia y el cuidado de la tierra ya no se trató como una administración confiada a los responsables ante Dios, sino como un medio para fomentar la rebelión contra Dios.

El fracaso moral puso en peligro la visión de dominio y florecimiento en la tierra. Si esta naturaleza pecaminosa dentro de la humanidad no era erradicada, la raza de Adán estaba condenada a fracasar en su tarea de dominio y se dirigía a la destrucción total. La humanidad tendría que enfrentarse a la muerte física con la perspectiva de una eternidad en la ira permanente de Dios sobre ellos.

Afortunadamente, Dios Padre, en su misericordia, pactó con el hombre y le prometió un Salvador que no sólo expiaría el pecado del hombre al rechazar a Dios, sino que establecería un Reino y un nuevo pacto en el que el Espíritu Santo sería derramado sobre su pueblo. Esto debía hacerse para santificar y redimir a su pueblo y restaurarlo para, que un día, discipulara a todas las naciones a la obediencia a Cristo y restaurar el propósito para el que el hombre fue creado originalmente, el dominio y el gobierno sobre la tierra para la gloria de Dios junto con Cristo.

En Cristo, somos vivificados con un propósito único: hacer buenas obras para Dios. Esta es la razón por la que somos redimidos y restaurados. Todo esto depende de la relación continua que Dios ha establecido entre la bendición y la prosperidad, incluyendo la prosperidad material.

Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. (Efesios 2:10).

La Bendición Material para las naciones y para ordenanza de la creación 

Es aquí donde debemos hacer una distinción crucial. Dios envía bendiciones en forma de prosperidad material de diferentes maneras. Hay bendiciones enviadas para su pueblo directamente por su pacto con la creación e indirectamente para toda la humanidad, así como para naciones específicas que siguen y obedecen su ley moral.

En su pacto con la creación en Génesis 1 y 2, y reafirmado en Génesis 9, Dios ha establecido algunas dinámicas que simplemente no cambian y son predecibles y constantes. El pacto se hizo para que su pueblo viviera bajo su dominio, pero también supone algún beneficio para toda la humanidad: El sol sale y el sol se pone. Las estaciones cambian de forma predecible. El ciclo del agua, el movimiento astronómico, la gravedad, la inercia, la fotosíntesis, la reacción química, el punto de ebullición del agua, la oferta y la demanda, los patrones de ADN, se cosecha lo que se siembra, etc.: estos principios permanecen fijos para todos los pueblos en todas partes. Este pacto con la creación es una bendición y produce prosperidad material indirectamente para toda la humanidad.

La caída del hombre y la maldición sobre la creación física que la acompañó dificultaron la cosecha abundante de la creación, pero no erradicaron del todo esta dinámica. Por eso seguimos viendo versículos como:

El que labra su tierra se saciará de pan;

Mas el que sigue a los vagabundos es falto de entendimiento. (Proverbios 12:11) 

El alma del perezoso desea, y nada alcanza;

Mas el alma de los diligentes será prosperada. (Proverbios 13:4)

En toda labor hay fruto;

Mas las vanas palabras de los labios empobrecen. (Proverbios 14:23)

Aquellos que piensan que la riqueza material duradera y la prosperidad pueden llegar sin un esfuerzo diligente y una ética de trabajo disciplinada no serán bendecidos. Los que reconocen el mundo en el que viven y actúan en consecuencia cosechan los beneficios.

Estas afirmaciones son válidas en todo momento y en todas las sociedades como continuación del pacto de la creación. Es importante señalar que este pacto con la creación se hizo para el pueblo de Dios. Sus enemigos aún se benefician de estos dones de gracia comunes (temporalmente), pero como un complemento secundario de "migajas bajo la mesa" que los enemigos de Dios disfrutan por ahora. Esto no es un indicador de que el favor del pacto de Dios a largo plazo reside en los enemigos de Dios. El propósito principal es bendecir al pueblo de Dios y permitirle florecer. Lo que los pecadores se esfuerzan por conseguir acabará fluyendo hacia los justos.

El bueno dejará herederos a los hijos de sus hijos;

Pero la riqueza del pecador está guardada para el justo. (Proverbios 13:22) 

Una vez que vemos a Israel establecido como una nación bajo el pacto, comenzamos a ver cómo Dios se ocupa específicamente de las naciones (y no sólo de Israel). Dios evalúa su conducta como nación por sus estatutos y los castiga o bendice en consecuencia (tanto material como inmaterialmente).

Bendiciones/maldiciones materiales sobre varias naciones

Tras el éxodo de Israel de Egipto, vemos varios casos en los que Dios les anuncia las bendiciones y maldiciones sujetas a su fidelidad nacional a los estatutos que les anuncia a través de Moisés. Estas bendiciones y maldiciones incluían la seguridad frente a invasiones y enfermedades, la prosperidad económica y el respeto mundial.

Sin embargo, también vemos que Dios ya tiene estas mismas expectativas para las otras naciones de la tierra además de Israel, ¡y ya las está maldiciendo por no observar estos estatutos!

Guardad, pues, todos mis estatutos y todas mis ordenanzas, y ponedlos por obra, no sea que os vomite la tierra en la cual yo os introduzco para que habitéis en ella. Y no andéis en las prácticas de las naciones que yo echaré de delante de vosotros; porque ellos hicieron todas estas cosas, y los tuve en abominación. (Levítico 20:22-23) 

El punto aquí es que Dios bendice a las naciones que son fieles a sus estatutos y maldice a las que no lo son. Se dice que la iniquidad de las naciones se filtra en sentido figurado en la tierra y cuando la tierra se ha colmado de pecado, esas naciones son entonces vomitadas. A veces, la siembra de la iniquidad tarda varios centenares de años en alcanzar su plena medida según la providencia de Dios.  A veces, Dios eleva a las naciones a la prosperidad temporalmente para poder usarlas para juzgar y destruir a otras naciones (incluyendo a Israel). Luego hace responsable a la nación que usó para juzgar a otra nación por su propia maldad y la destruye también. A veces esto se hace con una tercera nación, a veces por hambre o desastre natural, a veces a través de un desastre económico o una combinación de todos.

Un defecto de los predicadores de la prosperidad, por lo tanto, es que a veces toman promesas o maldiciones bíblicas que fueron dadas a las naciones como naciones y las aplican individualmente. Se encuentran con todo tipo de problemas cuando tales promesas no se hacen realidad para el individuo.

Por otra parte, este defecto en la interpretación tampoco debe permitirnos hacernos la idea de que Dios ya no se ocupa de las naciones a causa de su pecado colectivo. Precisamente ese es el motivo por el que en el Nuevo Testamento no vemos ninguna promesa de riqueza dada individualmente a los que viven en una nación sometida en ese momento al juicio de Dios. Durante la redacción del Nuevo Testamento, Israel estaba a punto de incurrir en la venganza de Cristo sobre una nación como en ningún otro momento de la historia. Exploraremos esta situación más a fondo en la segunda parte de esta serie.

No debería sorprendernos que el impulso al remanente fiel de Israel que no escaparía a la persecución que se avecinaba fuera que cosecharían su recompensa en el cielo, y que un día heredarían la tierra (Mateo 5:5). Este tipo de estímulos en el Nuevo Testamento deberían evitar que arrojemos al basurero nuestra doctrina de las sanciones históricas de Dios sobre las naciones.

La promesa de la bendición material continúa en la Consumación

La existencia constante del pecado en la era del Nuevo Pacto puede presentar un obstáculo para la obtención de la bendición y la prosperidad material, pero ahí no termina el asunto. En la medida en que las naciones están siendo redimidas en Cristo para volver al propósito para el que la humanidad fue creada originalmente, debemos considerar que seguirá existiendo esta conexión. Tenemos la bendición material prometida sobre una nueva creación física y una resurrección física como una promesa continua en el Nuevo Pacto.  Recibiremos cuerpos espirituales que son físicos (como el de Cristo). Dejando a un lado las cuestiones de traducción, debemos quitarnos de la cabeza esta noción gnóstica de que "espiritual" es el antónimo de "físico".

Después de Génesis 3, la humanidad no sólo necesitaba una santificación interior e inmaterial para reanudar con éxito su proyecto de dominio, sino que también necesitaba un nuevo cuerpo material porque el cuerpo carnal estaba destinado a pudrirse y volver al polvo. El polvo no toma el dominio.

No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación. (Juan 5:28-29).

Como puede ver, aquí hay un pasaje del Nuevo Testamento que vincula la bendición de Dios a una forma de prosperidad material, es decir, la resurrección. De hecho, todas las referencias del Nuevo Testamento a la resurrección de los justos en Cristo son ejemplos de este tipo.

En segundo lugar, en los Evangelios también se nos promete que los mansos heredarán la tierra material. Esto no es una figura retórica. Se refiere a la tierra física.

Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. (Mateo 5:5)

En tercer lugar, Romanos 4 vuelve a confirmar que la promesa ampliada a Abraham incluía la promesa de heredar todo el mundo material:

Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe. (Romanos 4:13). 

En Romanos 8, Pablo fusiona la reconstrucción de la creación física y la resurrección de nuestros cuerpos como nuestra herencia espiritual como la esperanza de la bendición en la que debemos poner nuestros ojos:

Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?. (Romanos 8:18-24).

Debido a lo que Cristo logró, todo se pone en marcha ya de vuelta a un Edén redimido aquí en la tierra. Todavía no vemos esta realidad consumada, pero nos aferramos a estas promesas para nuestro futuro como nuestra esperanza. De nuevo, estas bendiciones no son inmateriales.

La bendición material sigue dándose en la historia en la medida en que los individuos fieles a los estatutos de Dios puedan también vivir dentro de naciones colectivamente fieles a los estatutos de Dios.

Si bien no es el fin del Evangelio, no debe sorprendernos que la llegada del Nuevo Pacto tenga un impacto histórico en la riqueza material del pueblo de Dios hasta el punto de que naciones enteras se conviertan y se garantice la obediencia de las naciones. Este tipo de promesas abundan en los pasajes proféticos del AT sobre el Nuevo Pacto.

Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.  Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios. Y os guardaré de todas vuestras inmundicias; y llamaré al trigo, y lo multiplicaré, y no os daré hambre. Multiplicaré asimismo el fruto de los árboles, y el fruto de los campos, para que nunca más recibáis oprobio de hambre entre las naciones. (Ezequiel 36:26-30) 

La bendición material es una realidad continua en la era actual

La consumación no es el único lugar donde se reafirma la conexión entre la bendición y la prosperidad material en el Nuevo Testamento. En Romanos 15, leemos sobre los planes de Pablo de viajar a Jerusalén para entregar "bendiciones" en forma de ayuda financiera a los santos de allí, a los que se refiere como una bendición de Cristo. Encomienda a los santos de Macedonia que envíen dinero a los santos de Jerusalén y reafirma la relación entre el servicio a Dios y la bendición material. Pablo afirma literalmente:

Pues les pareció bueno, y son deudores a ellos; porque si los gentiles han sido hechos participantes de sus bienes espirituales, deben también ellos ministrarles de los materiales. Así que, cuando haya concluido esto, y les haya entregado este fruto, pasaré entre vosotros rumbo a España. Y sé que cuando vaya a vosotros, llegaré con abundancia de la bendición del evangelio de Cristo. (Romanos 15:27-29)

Me pregunto cuántos pastores de hoy en día negarían la conexión entre la bendición y la prosperidad material cuando se trata de ofrendas y de satisfacer necesidades. Mejor aún, ¿qué pasa con sus propios salarios?.

Ahora bien, obviamente no confundimos la realidad de la bendición financiera con una promesa de que, si vienes a Cristo, el dinero simplemente vendrá a ti y serás rico. Pero Pablo nos confirma que, incluso en el Nuevo Pacto, la bendición sigue estando relacionada con la prosperidad material. Hay un "deber" que Pablo reconoce que todavía está en vigor. ¿Por qué es así? Porque no hay nada en el Nuevo Pacto que borre la relación entre la bendición y la prosperidad material.

En 3 Juan, el Apóstol escribe que ruega a Dios que conceda una buena salud física de la misma manera que la provisión de un alma próspera.

Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. (3 Juan 1:3).

También hay muchos lugares en el Nuevo Testamento que afirman la continuidad de la bendición material como ilustración de la obra de Cristo, aquí hay un ejemplo del libro de Hebreos donde se reafirma la producción de cosechas como una bendición directa de Dios:

Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios (Hebreos 6:7).

Esta relación continua de trabajo para Dios y de recepción de bendiciones también subyace en muchas de las parábolas de Cristo que no exploraremos aquí. En el Nuevo Testamento, se da por sentado que esta relación continúa y no se anula en ninguna parte.

También vemos que el Nuevo Testamento reafirma continuamente las promesas mesiánicas de las bendiciones materiales que traería Cristo, las cuales, al menos parcialmente, tienen relevancia en la época actual. En este caso, nuestro Señor cita directamente a Isaías 61. Se trata de una profecía mesiánica que incluye las bendiciones materiales que Cristo traería, algunas inmediatamente en su primera aparición y otras en función de su reino a medida que se manifieste en la historia.

Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:

El Espíritu del Señor está sobre mí,

Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;

Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;

A pregonar libertad a los cautivos,

Y vista a los ciegos;

A poner en libertad a los oprimidos;

A predicar el año agradable del Señor

 Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros. (Lucas 4:17-21).

Obviamente, nuestro Señor entregó la bendición física de proporcionar la vista a los ciegos durante su ministerio terrenal, pero si usted mira a través de todo el capítulo de Isaías 61, también encontrará otros aspectos materiales de su reino mesiánico que incluyen la obtención de la riqueza de las naciones.

Si se examinara el contexto más amplio de muchos otros pasajes mesiánicos del Antiguo Testamento citados en el Nuevo Testamento, se verían también amplias promesas de bendición mesiánica que incluyen cosas materiales como el fin de la guerra, la implementación de la justicia terrenal para los pobres y necesitados, una mayor duración de la vida, la disolución de los impuestos perjudiciales, incluso cosas como pesos y medidas justas y mucho más.

Si usted es premilenialista y no ve que la inauguración y la construcción progresiva de cualquiera de estas realidades se manifiesten en la tierra de alguna manera hasta después del regreso de Cristo, puede descartar algunas o todas las manifestaciones de estas bendiciones mesiánicas en la era actual. Pero debe quedar claro que, en este sentido, su escatología está determinando su teología de la bendición (lo cual es natural) y debemos ser conscientes de esos acuerdos previos.

Conclusión a la Parte 1

A pesar de todo esto, seguimos viendo un énfasis diferente sobre el dinero y la bendición en el Nuevo Testamento. En este punto, sin embargo, debemos preguntar: Dado que el Antiguo Testamento fue escrito a lo largo de 4.000 años bajo todo tipo de escenarios, incluyendo la prosperidad a largo plazo a lo largo de muchas generaciones, periodos de desastre repentino y periodos de lento declive, ¿tiene importancia el hecho de que el Nuevo Testamento se escribiera en un periodo concreto de 40 años en la historia?

En la segunda parte, examinaremos un aspecto que es tan crucial para nuestra comprensión de este tema que sin él nunca comprenderemos lo que la Biblia enseña realmente. Esto es, el contexto histórico específico del Nuevo Testamento y el efecto que tiene en la forma en que debemos aplicar los pasajes sobre la riqueza y la prosperidad material.